viernes, 30 de octubre de 2015

Los caballeros veinticuatro y el antiguo gobierno de Sevilla.

Aquí se reunían los caballeros veinticuatro y demás cargos consistoriales.
Situémonos en la España del siglo XVI, El Imperio reinado Felipe II era caldo de cultivo de continuados abusos de poder, y quienes tenían potestad para gobernar no perseguían la justicia precisamente, sino más bien solían atender a criterios arbitrarios que repercutían en su propio beneficio. Por Sevilla pasaba toda la riqueza que provenía de América, consecuentemente había adoptado un papel primordial en el poder imperial, y los desmanes administrativos eran mayores aquí. Las quejas al Rey de los sevillanos eran habituales. Como anécdota que ilustra este desaguisado basta decir que en el muro de la Puerta Osario un anónimo rótulo rezaba así en la edad media: “Esta es la ciudad del desorden y del mal gobierno".
Por lo tanto La Corte estimó tomar medidas. Se intentó recopilar todas las leyes, ordenanzas y disposiciones, que se habían llevado a cabo desde la Reconquista. Una vez recogidas, fueron publicadas por el Cabildo en 1527. En otras palabras, por primera vez se creo una especie de jurisprudencia que normalizara los acuerdos legales a adoptar. Entre otros muchos aspectos se recogían rigurosamente las funciones de los distintos cargos que integraban la institución municipal. Sobre todos los cargos del cabildo destacaba el de Asistente, era nombrado por el propio Rey, y representaba sus ojos en toda la impartición de la justicia y administración de la Ciudad, este cargo, que no podía ser vecino de Sevilla (de esta forma se evitaban posibles conflictos de intereses) llegó a acumular una tremenda influencia y poder. A continuación se situaba el Alguacil Mayor, también elegido por el Rey y tampoco podía ser de Sevilla. Tenía la facultad de nombrar a veinte súbitos, los llamados “alguaciles a caballo” que eran su brazo ejecutor ya que llevaban a la práctica los acuerdos tomado por El Cabildo. La custodia de las llaves y del pendón de la ciudad eran cosa suya. Inmediatamente debajo nos encontrábamos a los cuatro Alcaldes Mayores, posteriormente fueron ocho y desempeñaban funciones judiciales y administrativas. También eran dispuestos por mandato real y tenían que ser letrados, también se complementaban con alcaldes ordinarios versados en pleitos civiles. Un escalón más abajo estaban los regidores, que tomaron el nombre de "caballeros veinticuatro" (para entendernos, estos eran como los concejales actuales  del Ayuntamiento) por ser el número de personas que ostentaban este cargo originariamente, aunque a lo largo de su existencia sufriera modificaciones, siendo más o menos de este número, sin por ello cambiar su denominación. Su campo de actuación era muy amplio, podían implicarse en los impuestos, o aspectos más concretos de la vida sevillana como el funcionamiento de la prisión, del mercado…Como obligaciones figuraba el obligado acto de presencia en las reuniones del Cabildo, y la constancia de haber sido hidalgos. Las crecientes necesidades económicas de la Corona, provocaron que durante el siglo XVII estos cargos se pudieran comprar, como si de simples licencias se trataran, por 8.500 ducados se podía optar a los beneficios, prestigio e influencia que implicaban estos cargos. 
procesión de los veinticuatro
Aquí no terminaban los puestos, inmediatamente después estaban los jurados, que eran elegidos por cada collación. Sus competencias se asemejaban a las de los veinticuatro, aunque estos cargos finalmente eran ocupados por la nobleza. De entre ellos se designaban al Alcaide los Reales Alcázares y al Alcalde de la Hermandad, organización que consistía en una especie de policía rural.
También encontrábamos dos Mayordomos, funcionarios puramente administrativos, seis Fieles Ejecutores, encargados del cumplimiento de los acuerdos y, se complementaban finalmente con un gran número de funcionarios de bajo rango, que en la práctica eran los que más trabajaban.
A pesar de esta colección de cargos, la justicia en Sevilla distó mucho de ser modélica, y continuó siendo arbitraria en muchas ocasiones.
Toda esta jerarquía de cargos en la vida sevillana del siglo de oro, resulta interesante en tanto y cuando muchos personajes importantes de la ciudad, ilustres sevillanos, desempeñaron estos puestos. Don Miguel de Mañara, Don Pedro Pumarejo, Nicolás Monardes (famoso médico del siglo XVII), Luis de Carranza… son ejemplos de ello.


martes, 27 de octubre de 2015

El Hospital de los Viejos

fachadas del edificio: (de izquierda a derecha) calle Viriato, calle Los Viejos y calle Amparo
Estamos ante el primer hospital geriátrico de Europa. En aquella época, se fueron anexionando varias casas de vecinos, adquiriéndolas poco a poco hasta encontrarnos con la construcción que da a tres calles: Viriato, Amparo y calle de los viejos. Conocido como el Hospital de “Los Viejos”, y situado en la calle de este nombre, data su origen de 1355, gracias a la implicación de algunos sacerdotes sevillanos para velar como exponen sus reglas “sustento y regalo de la venerable ancianidad y honrada vejez”.  Se estableció que treinta sacerdotes naturales de Sevilla, de los cuales al menos 4 de ellos debían ser canónigos de la Catedral. Esta primitiva cofradía de sacerdotes, que en un principio fijaron su sede en la iglesia de Santa Catalina, se  propusieron acoger a treinta podres, 17 hombres y el resto mujeres, mayores de sesenta años, que aunque necesitados no estuvieran en la mendicidad. Sin embargo a finales del siglo XIV reciben la donación del antiguo hospital de San Bernardo que se transformará en su nuevo centro. Los donantes no eran otros que la cofradía de San Juan de la Palma, hermandad que se fusionó e impulsó el cometido del hospital. La placa que mostraba en su puerta rezaba: “Hospital de San Bernardo, vulgo de los viejos para pobres vergonzantes de esta ciudad”
El cupo de treinta pobres pasó a la historia y se amplió notoriamente, sin embargo se siguieron reglas restrictivas para ser admitido en este hospital: era necesario tener cumplidos los 60 años, ser natural de Sevilla persona honrada y pobre vergonzante. La admisión la hacían los miembros de la Hermandad individual y alternativamente, pero en igualdad de circunstancias, eran preferidos los parientes de los hermanos. Los estatutos firmados por Alfonso XII exigen que para formar parte de esta hermandad, el anciano mayor de sesenta años debe ser de Sevilla o de Triana, ser hijo de legítimo matrimonio, tener sangre limpia o ser sacerdote. Y es que algunos venerables preferirían vivir  aquí sus últimos días y no en el hospital de los Venerables, mucho más exclusivo para ellos. La vida en este hospital era placentera e incluso se tiene constancia que en su interior se celebró algún que otro entierro.


En su avidez por encontrar recursos, se encargó a los sacerdotes de esta hermandad una nueva ocupación. De muy antiguo existía la costumbre de usar la orca por las autoridades a los que infringían la ley, así en el campo de Tablada e incluso en las vigas de la cercana Ermita de San Sebastián se asistía a un dantesco espectáculo de cuerpos putrefactos suspendidos en cuerdas, alimento de perros, cuervos, alimañas y demás carroñeros. Esta dehesa próxima a Sevilla impresionó de tal forma al caritativo racionero (racionero: encargado de establecer las raciones, el presupuesto con el que se contaba en una organización concreta) de la Catedral de Sevilla, don Pedro Martínez, a su paso por allí, que estableció una renta regular a la hermandad de los viejos para que el sábado siguiente a día de los Difuntos, se adecentara el lugar y se trasladaran los cuerpos a Cripta o Bóveda de la desaparecida Iglesia de San Miguel, dándoles honrosa sepultura. También se utilizó este cementerio para dar cabida a los numerosísimos fallecidos de la peste. Estos terrenos coinciden actualmente con lo que hoy es el Prado de San Sebastián, por lo que cuando paseamos por allí, a no muchos metros de profundidad reposan los cuerpos de miles de individuos de otra época.
en http://www.artesacro.org/conocersevilla. Así estaba el patio central
patio central en la actualidad
Durante cinco siglos permaneció abierto el Hospital, hasta su desaparición como tal a mediados del siglo XIX.
Tanto reglamento para entrar en él y en las medianías del siglo XX, en el ocaso del edificio que lució en su esplendor como el primer geriátrico europeo bastaba una cantidad de dinero para conformar el ingreso en él. Ese fue el origen de la presencia de sus últimas inquilinas, 14 viejas solteras o viudas, que se repartían los quehaceres diarios de una vida muy austera, sencilla y creyente, que se reducía a una habitación, una comida al día, un huevo duro por las noches, y un contador de luz para corresponsabilizar el consumo de este suministro. Este ha sido el final del hospital más antiguo de Sevilla, seguramente el más inhóspito, donde el silencio era el único ruido que uno apreciaba y donde sus moradores morían, como vivían: Solos.

El expolio y el vandalismo redujo el edificio a su estructura y si no fue derribado hay que agradecérselo a la mediación de la hermandad de la Divina Pastora.
Actualmente se ha rehabilitado, de esta forma el edificio recupera parte de su primitivo uso ya que se ha convertido en un centro de día donde las personas mayores pueden encontrar actividades acordes a su edad.

 
 
 


Una parte de la construcción será sede de la hermandad, concretamente la parte que se concentra en la calle Amparo.

Para terminar, a continuación se adjunta un artículo publicado por el Diario de Sevilla el Miércoles, 12 de agosto de 2015, que describe bien a las claras los pormenores de las obras de restauración y habilitación del lugar.



  
Las obras para convertir el antiguo Hospital de Viejos en un Centro de Estancia Diurna de Mayores de la Junta no se han atenido a la licencia que en su día concedió la Gerencia de Urbanismo. Gracias a una denuncia vecinal y tras una inspección realizada sobre el terreno por los técnicos de la Sección Técnica de Disciplina se ha comprobado que los trabajos han supuesto la alteración de la fachada de un edificio que, según la licencia concedida por el Ayuntamiento, tiene un nivel de protección B, es decir que se considera como de gran valor arquitectónico y se estima necesario conservar los elementos definitorios de su estructura, como, es precisamente, la fachada.

Sin embargo, las obras realizadas por la Junta no han respetado este aspecto. De hecho, los técnicos de Urbanismo han detectado la apertura en la fachada de nuevas ventanas e, incluso, puertas. En concreto, según un informe municipal al que ha tenido acceso este periódico se "comprueban" una "serie de desajustes con respecto a la licencia concedida": en la fachada que da a la calle Viriato "se han ejecutado dos nuevos huecos de ventana, así como modificado las dimensiones de uno de los originales"; además, por la calle Viejos se ha "abierto una puerta de acceso a un cuarto de contadores" y en la esquina de esta vía con la calle Amparo "se ha realizado la apertura de una nueva puerta de acceso". El informe añade que esta puerta, según manifestó el encargado de la obra a los inspectores, "se ha realizado por encargo de la Hermandad de la Divina Pastora", institución que comparte el Hospital de Viejos con el Centro Diurno. Eso sí, el documento no deja duda de que el promotor de la obra es la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, por lo que sería la responsable de estas alteraciones. Por cierto, que según pudo comprobar este diario sobre el terreno, esta puerta es de hierro, propia de una nave industrial o un garaje, y no está a la altura de un inmueble histórico como el Hospital de Viejos.


Fuentes:
Sevilla Insólita de Fco. Morales Padrón
Diario de Sevilla del 12 de agosto de 2015






sábado, 24 de octubre de 2015

Corral de vecinos, el Corral del Conde

En Sevilla el vocablo avío aún no es una palabra olvidada, nunca se hablará de trajes de faralaes ni de calesas, aquí son trajes de gitana y coches de caballos, unos botines son unas zapatillas de deporte , unas tirantas son los típicos tirantes de una camiseta, calentitos son los churros, a las atracciones de la feria se les conoce como cacharritos, a las gorras se les llama mascotas y los patios y los corrales son una misma cosa, hasta el punto de que en muchos textos se refieren al Corral de los Naranjos para hablar del famoso Patio de los Naranjos.
La influencia árabe se deja notar y se dice que los corrales de vecinos se asemejan mucho a lo que fueron los callejones árabes, donde varias familias se alojaban y por las noches se cerraba su paso. Pero es en el siglo XVI,  a raíz del vertiginoso crecimiento que sufre la población de Sevilla, cuando la ciudad es incapaz de albergar tantas viviendas, y se multiplican los corrales de vecinos, que se muestran como una solución que prácticamente ha sobrevivido hasta nuestros días.

Luis Hornillo, escritor sevillano, dedicó unas líneas a esta particular forma de vida sevillana, que describe su idiosincrasia ...
“Un patio de vecinos es una calle cerrada de puertas abiertas que miran.
Es un lugar donde los ronquidos tienen memoria y las toses quiebran el aire.
Un espacio de solidaridad sabia y añeja.
Un lugar alquímico de voces y guisos de lentejas y papas ‘aliñá’.
De melodías de lozas tarifeñas y de cordeles con ropa expresiva y sin pudor.
De hamaca solitaria de mimbre que medita mientras se balancea fantasmal. 
Un Sitio con paredes de cal, donde aparecen impávidas las salamanquesas que se cobijan en el óxido de una maceta de latón, a la que le rebosa cascadas de flores.
Allí donde las avispas y las libélulas se enamoran del grifo, besándolo con rítmica intermitencia para alimentarse de Amor y Vida.
Sí, un patio es un mundo interior con códigos no escritos en el que la llave está en el fondo del mar. Matarile...
Es un espacio en el que los metros no son cuadrados, sino espirales de sensaciones. 
Pero un patio, hoy, es un corazón encogido, que teme al demonio de la especulación.
Que por su magia nuestros patios nos acompañen y permanezcan en el viaje de nuestras vidas.
Que así sea.”

Actualmente son los bloques de viviendas los que inundan el paisaje arquitectónico de nuestras ciudades, un modelo que necesariamente aviva la independencia y conlleva la segregación y el desconocimiento mutuo. Pero siempre no ha sido así, en Sevilla hubo otro modelo basado en la convivencia, en las emociones humanas, en espacios de relación comunitaria: los corrales de vecinos. Aquí convivía lo privado y lo público, no se sabía muy bien si se trataba de la calle o si aquello pertenecía a la casa.
Quizá esta implicación que suponían los corrales de vecinos forjó el carácter de la gente de aquí, o tal vez fuera al revés ya que un patio de vecinos nunca llegaría a ser la misma cosa en el norte, donde las condiciones climatológicas no invitan a compartir momentos al aire libre. Es un hecho que la mayoría de los antepasados cercanos y muchos abuelos de esta ciudad han nacido y crecido en corrales de vecinos y aunque ahora están y estamos acostumbrados a todo tipo de comodidades, echan en falta aquella forma de vida.
Los corrales de vecinos se caracterizaban por predisponer sus habitaciones mirando a un patio interior, donde cada familia se alojaba en cada habitación, los sanitarios, espacios para cocinar y lavar constituían las zonas comunes. Las paredes encaladas y la proliferación de macetas hasta conseguir una espesa vegetación, acompañada de una fuente de agua, era lo normal. Estas características ayudaban a soportar y esquivar las temperaturas extremas del estío (hoy en día buscamos un aire acondicionado pero entonces una buena sombra era el único remedio posible). En estas comunidades en las que un casero generalmente formado por un matrimonio habitualmente sin cargas familiares, se ocupaban de la limpieza, mantenimiento y administración (cobrando los recibos) del solar. En su época dorada los corrales eran visitados incluso por su majestad cuando se celebraban las cruces de mayo y rivalizaban en limpieza y ornamentación fundamentalmente con una vegetación resuelta con multitud de tiestos.
Las Cruces de mayo eran la fiesta por excelencia de este modelo urbanístico. Los matrimonios y bautizos que se celebraban por sus vecinos suponían un pretexto de alegría y celebración. Aunque la gente que vivía en los corrales solían ser humildes y pasar apreturas económicas, la alegría y camaradería eran su carta de presentación. Aquí convivía lo privado y lo público, no se sabía muy bien si se trataba de la calle o si aquello pertenecía a la casa y es que una característica que se repite en las construcciones sevillanas es el patio, se vive para dentro. Sevilla estaba plagada de estos patios, y seguramente cada corral encierra sus propias anécdotas y vivencias por eso a modo simplemente a modo pedagógico y pragmático nos quedaremos con uno: El corral del Conde.

Detalle de la capilla por dentro, explicando un accidente acontedido
Se ubica en la calle Santiago, concretamente en su nº 27.  Este es un edificio histórico, hoy convertido en apartamentos, lo que le ha permitido esquivar la piqueta y especulación. A mediados del siglo XVII Don Gaspar de Guzmán y el Conde Duque de Olivares, cuyo título da nombre a este espacio deciden levantar esta construcción para dar cabida a las familias de sus sirvientes, personal doméstico y criados que se fueran retirando o que sus condiciones físicas no les permitieran seguir sirviendo. Este Corral ha llegado a acoger a  más de 4.000 personas viviendo, se convirtió en uno de los mayores, sino en el mayor, de la ciudad hispalense. Aunque Las Cruces de Mayo se celebraban con total dedicación como en todos los patios de la ciudad, no suponía su principal fiesta, siendo esta la visita del Santísimo Sacramento con motivo de la Procesión Eucarística por el barrio de Santa Catalina, que acercaba al Santo Viatico a los enfermos e impedidos. Está catalogado Patrimonio Histórico Cultural. El Corral del Conde conserva intacto el encanto de la época, y mantiene los elementos propios de los corrales de vecinos: un patio central empedrado, galerías de madera, un lavadero, un horno de pan y una capilla. Es un lugar tranquilo y silencioso en el que la vegetación se adueña del entorno propiciando un clima de relax y descanso. Muchos de los vecinos, entre ellos artistas y estudiantes de todo el mundo, alquilan estos apartamentos.


martes, 20 de octubre de 2015

Calle Alcaiceria de la Loza



Actualmente los centros comerciales serían el equivalente de las alcaicerías islámicas, que se referían a barrios o espacios donde estaba permitida la venta de artículos al por mayor, en la práctica se mercadeaba con todo tipo de productos. Sin embargo los más relevantes, que llegaron incluso a adueñarse del término fueron los artículos relacionados con la seda. De esta forma en el siglo XII se levantó en Isbiliya, como se conocía por entonces a la ciudad, la Alcaicería mayor o de la seda tomando como epicentro la actual calle Hernando Colón, influenciado por los ánimos de los califas del momento empeñados en cambiar la fisonomía de la metrópolis con avenidas más anchas. 
No obstante en el siglo IX en la calle Alcaicería de la Loza ya existía una, un lugar dominado por mercaderes en cuyas fachadas articulaban sus tiendas, que se extendían por toda la serpenteante y angosta calle. Aunque antiguamente siempre hubo intenciones de ensanchar la desalineada vía que une las importantes zonas de la Alfalfa y el Salvador, la estrechez de la arteria ayudaba a luchar contra la intemperie, donde se comerciaba.
Azulejo recordando que este lugar se cita en "Rinconete y Cortadillo"
El término se relaciona con el emperador Justiniano que concedió el derecho al comercio de la seda a los pueblos árabes. Entre los árabes se llamaba qaysar al Cesar romano, tal palabra evolucionó hasta Al-qaysar y finalmente Alcaicería. 
Hasta el siglo XVII no se le añade la coletilla “de la loza”, en ello tuvo que ver los comercios que proliferaban por aquí, anteriormente recibió otros nombres: ollería, especieros, de los sederos, alcaicería baja, pero como se puede apreciar, siempre se ha relacionado con su carácter comercial.
La actividad comercial de esta calle alcanzó tanto nivel, que se optó por cerrarla durante la noche y dedicarle una vigilancia continua. Como curiosidad destaca el hecho de que en uno de sus arcos donde se habilitó una puerta para cerrar su acceso existía una capilla, donde además de venerar a la Virgen de los Dolores y al Cristo Crucificado hacía las veces de lo que hoy sería el Tanatorio ya que recibía a los muertos, de cuerpo presente, vecinos de la calle hasta su posterior entierro.
Fue en 1820  con el traslado de los mercados de abastos a la Plaza de la Encarnación cuando la zona sucumbe al deterioro económico, del que se ha ido recuperando y actualmente sigue gozando de un tránsito muy significativo.

En esta pequeña arteria coexisten una administración de loterías, la sombrerería Antonio García en su nº25, supermercado, camisería, tienda de
complementos... Destacan en el principio de la calle, el bar Europa, uno de los más antiguos de la ciudad y el restaurante Sal Gorda, uno de los más novedosos de la ciudad, no solo por el poco tiempo que lleva funcionando sino por el esmero en ofrecer algo diferente, su carta y una interesante selección de vinos habla por ellos. Este nuevo local se

ubica en el nº23, según Jaime Passolas en su libro “historia de las calles y plazas de Sevilla” aquí se situaba el prestigioso almacén de curtidos propiedad de Rafael Deu y Compañía.
 Pero según un 
en... http://facturasdesevilla.blogspot.com.es

albarán que he localizado el número donde se ubica es el 10. Seguramente la calle sufriría alguna re-numeración, ¿no?.


Hay que tener en cuenta que aunque
el establecimiento resulta muy reducido, posee dos plantas superiores y una terraza en un callejón de nombre Empecinado.


gazpacho de cereza


tataki de atún


steak- tartar de solomillo de ternera







coulant de chocolate

Vermouth de la tierra con gaseosa de naranja






















domingo, 18 de octubre de 2015

Ayuntamiento (Casa Consistorial). II


El interior del Ayuntamiento no desdice a su exterior. Unas escaleras que se bifurcan en dos, dominan y dividen el acceso al Consistorio. En su planta baja rápidamente se aprecia la diferencia de la nueva Construcción y de la antigua, cuyos muros de piedra delatan su antigüedad.
Con motivo de la Expo´92 el Consistorio fue motivo de una profunda remodelación y se decidió dejar la parte del siglo XVI a la vista.  

Es en esta zona donde encontramos las salas más relevantes de esta planta, ubicadas al fondo del pasillo derecho, según entramos por la Plaza Nueva. Nos encontramos con…



La sala capitular baja, donde se reunían los gobernantes de la ciudad para tomar todos los
acuerdos relativos al municipio. Un banco corrido de piedra rodea toda la sala donde tomaban asiento los caballeros veinticuatro, que estaban obligados bajo multa pecuniaria a asistir a todas las reuniones del cabildo, asistente, alcaldes mayores y demás funcionarios también acudían según los temas a tratar. 
En esta Sala se encuentran presentes todos los símbolos precisos. Así, por ejemplo, se extienden talladas en su techo ligeramente abovedado, treinta y seis celdas, representando cada una de ellas a un Rey de Castilla. 
Los cuatro tímpanos (huecos que quedan en cada lado entre el techo abovedado y la cenefa alta que delimita la pared) están dedicados:

-   Al Imperio, y para ello reproducen el águila de los Habsburgo, el símbolo del Imperio español que se componía de las dos columnas de Hércules, junto al lema ondeando Plus-Ultra, símbolo del escudo del imperio español,  y las armas de Borgoña: el Toisón de Oro y la Cruz de San Andrés. La orden del Toisón, fundada en 1429 por el duque de Borgoña, fue considerada la más ilustre y gloriosa orden de caballería occidental.

-   A las siempre necesarias virtudes teológicas: Fe, Esperanza y Caridad  y virtudes absolutas: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.

-   A los tres Santos protagonistas del escudo de la ciudad: san Fernando, san Isidoro y san Leandro. Y en la pared de este lado descansa un cuadro encargado por el Cabildo sevillano
a Juan Espinal en 1760, con las imágenes de las patronas de la Ciudad, las santas Justa y Rufina. Este es el único lienzo de todo el Ayuntamiento que nunca ha abandonado el lugar para donde fue pintado y originariamente colocado.

-   A la ciudad de Sevilla. Para ello se figura la imagen del Calvario,junto con las molduras en los rincones que recogen el famoso y antiguo signo sevillano que encontramos en su escudo: NO-DO, hay documentación al respecto deque en el Cabildo Viejo, en el Corral de los Olmos, ya aparecía este mensaje, con lo que se declinaría una vez más, la leyenda que asigna dicho símbolo al monarca Alfonso X.

También figura un tríptico en una de las paredes, exactamente a la que pertenecen las virtudes teológicas y fundamentales. Esta obra bautizada como “tríptico del maestro de la mendicidad” se cree que fue pintada entre 1520 y 1530. No ha aparecido ningún documento que pueda acreditar definitivamente su autoría. Se ha concluido que su autor seguramente llevo a cabo dos tablas que pertenecieron a una colección privada de Aguadulce y al convento sevillano de la Asunción, ambas actualmente en paradero desconocido y de las que conservamos fotos de mala calidad". Lo que sí se ha podido documentar es que la obra fue concebida en un principio para el desaparecido Hospital de San Hermenegildo, también conocido como el del Cardenal o de los Heridos, que fue fundado por el arzobispo-cardenal Juan Cervantes en 1453.  De todas formas es evidente que este lienzo tiene un gran valor y supone una anticipación a todas las corrientes artísticas de la época en Sevilla. 


Originariamente se accedía al Edificio por la Plaza de San Francisco. La sala que cumplía esta función se conoce como “el Apeadero”, este espacio rectangular dispuesto paralelamente a la Plaza de San Francisco que además de la entrada y una pequeña puerta, por la que accedemos a la planta baja del Consistorio, posé otra puerta, que nos traslada a las dependencias superiores. Destaca su techo que contiene una doble bóveda rica en ornamentaciones.




 Los tímpanos a su vez, recogen el escudo de la ciudad, al águila bicéfala del Sacro Imperio, las columnas de Hércules con su leyenda Plus Ultra y la cruz de san Andrés. En esta sala predomina el gótico.






Según he podido saber, hay otra sala digna de visitar, sin embargo no está abierta al público. Hablamos de la sala del Juzgado de Fieles Ejecutores de la Justicia Real, donde se decidía sobre las quejas relacionadas con los abastos de la ciudad, sobre todo en disputas relacionadas con pesos y medidas.
La escalera atesora en su recorrido numerosas y relevantes pinturas, así como una interesante cúpula. Evidentemente a mí me fue imposible seguir la visita por aquí, y me reenganché a ella en la segunda planta, haciendo uso del ascensor.

En la planta alta las dependencias habilitadas miran a la Plaza Nueva. Es la parte moderna del edificio. La escalera Imperial que domina el centro del Edificio desemboca en un gran pasillo en la parte alta con galerías, ricas en obras de arte.


En la cubierta central de la escalera contemplamos las cuatro virtudes u honores que le han sido concedidos a la ciudad sevillana: Muy noble, invicta, muy leal, muy heroica y falta uno, que fue el último en concedérsele: Muy mariana. 




Los salones, aparte de tener acceso por el pasillo, se intercomunican, de esta forma nos encontramos con…
-Sala Capitular Alta. Destaca su techo, extremadamente trabajado con madera dorada. Se supone que es la sala de gobierno y es utilizada en invierno.
-Sala Montpensier. Era el antiguo comedor de gala de la Casa Consistorial. Su nombre se debe al origen de sus pinturas, que decoraban las escaleras del Palacio San Telmo, hasta que con la muerte de la infanta Maria Luisa fueron cedidos al Ayuntamiento de Sevilla.





-Salón Santo Tomás, su nombre se explica por el artesanado que lo cubre, ya que era parte del techo del Colegio Santo Tomás, que tuvo que derruirse para abrir la Avenida Constitución.Aquí también se recoge una reproducción exacta del valioso Tesoro del Carambolo.


-Finalmente, un gran salón es utilizado actualmente para celebrar los Plenos y las bodas Civiles, aquí podemos encontrar prácticamente a todos los Borbones que han reinado España, de ahí como se conoce: Sala de los Borbones o, también se le llama, la Sala Colón.



Aquí podemos contemplar hasta una pintura del actual Rey: Felipe VI. Cedida por la Casa Real al cabildo sevillano. Su autor “Juan Valdés” ha integrado la figura del monarca con motivos de la Ciudad, de esa forma se representa el perfil de la Giralda en la lejanía del fondo.

En esta Sala también encontramos una reproducción del nuevo y del antiguo pendón de Sevilla, el motivo del cambio se debe de buscar en la sencillez, que supone el nuevo frente a la complejidad que representaba confeccionar un duplicado del escudo, que recogía el antiguo.


La pinturas del Consistorio son muy numerosas y aunque se trata de donaciones, regalos...es decir nada más lejos de la intención del Cabildo de formalizar una colección de obras que se asemejara a una pinacoteca, lo cierto es que a lo largo de los años lo ha conseguido sin proponérselo. Por este motivo redirigimos a esta web a aquellos que estén más interesados en las obras de arte en cuestión.http://patrimoniumhispalense.com/es/